Sibyl Vane

 

¿Quién será a estas horas de la noche? Algo me dice que no es una visita grata… Puede ser un asesino que me esté confundiendo con su próxima víctima… De todos modos tendré que abrir la puerta… ¡Caramba! Es un gusto saludarte… Adelante, estás en tu casa. Acomódate en el sofá… Estaba leyendo este libro cuando tocaste la puerta, y me asustaste, naturalmente, porque nadie me visita aparte de Katyuska… No te preguntaré por los motivos de tu visita; sé perfectamente que quieres venganza… Estoy seguro de que llevas algún arma… Tus ojos lo dicen… Quieres matarme, ¿verdad?… No lo niegues… Estoy a tu merced, no temo a la muerte… Pero antes déjame brindar contigo, como lo hacíamos antaño.

¿Qué deseas beber, querida?, ¿pisco? ¡Ah!… Está bien. Espérame un momento…

Sírvete, linda… Brindemos a tu salud…

Todavía no entiendo cómo me encontraste. Sólo Katyuska conoce este departamento. No importa, lo bueno es que nos hemos vuelto a ver. Es curioso que estemos bebiendo otra vez, como en nuestros buenos tiempos. ¿Sabes? Te extrañaba mucho… Uno de estos días iba a llamarte… Sé que no das crédito a mis palabras… Estoy diciendo la verdad, créeme…

Salud, salud…

Es cierto que un día me marché sin decirte nada. Es que no quería verte llorar. Quizá tus lágrimas me hubieran hecho cambiar de opinión… Era necesario que me marchara, porque llegué a la conclusión de que te estaba haciendo daño. Es que entre los dos nunca hubo amor…, por eso tuve que retirarme de tu vida… El amor es…, a ver cómo te explico…; en resumidas cuentas, el amor es una mentira piadosa que uno siente por otra persona. En la práctica, el amor no existe; más bien es un imaginario popular de nuestra cultura… Lo que hubo entre nosotros fue atracción de cuerpos. O sea, ambos nos deseábamos… Casualmente nuestros gustos coincidieron. Escuchábamos la misma canción, viajábamos a los mismos lugares, preferíamos el mismo trago… Eso no quiere decir que me haya aprovechado de ti. Por el contrario, pasamos momentos inolvidables… Tú sabes muy bien que todo inicio tiene su fin… Lo nuestro tenía que acabar un día…

Sírvete… Salud, salud…

Lo siento, querida… La verdad es que no quería hacerte daño. Entiendo tu tristeza y tus ansias de venganza… No te imaginas lo mucho que me dolió marcharme… Me sentía mal…, triste…, solo… No quise que pasara esto… ¡Qué lástima!; todo acabó entre los dos… Es que hicimos malas jugadas; no actuamos como corresponde. Yo andaba tropezándome; tú también, me parece… Ahora aceptemos la ruptura de nuestra relación… No quiero que te sientas mal… Más bien entiéndelo como un proceso dialéctico… Así es la vida… Nadie sabe qué nos espera a la vuelta de la esquina…

A tu salud, querida… El pisco está delicioso. Nunca lo he saboreado así.

¿Recuerdas el día que nos conocimos? Yo lo recuerdo como si fuera ayer. Jamás olvidaré aquellos momentos gratos… Lo que más me impresionó fue tu nombre de ficción: Sibyl Vane. Por un momento pensé que me había vuelto loco por leer mucho la novela de Wilde. Yo, en realidad, estaba enamorado de Sibyl… La amaba como a nadie en el mundo… Era la mujer de mi vida…, la razón para seguir viviendo… Me ilusionaba con Sibyl, soñaba con su figura adorable…, me inventaba escenas donde caminábamos los dos, felices de la vida… Todas las mañanas despertaba pronunciando su nombre… El único problema era Dorian. Sentía unos celos terribles… Pero cuando te conocí, pasé a llamarme Dorian. Te convenciste de que así me llamaba. Ahora que las cosas están más claras te diré mi nombre verdadero. Yo soy Enrique de la Riva. Eso no importa… Lo que quería saber ahora es quién te puso el nombre. ¿Fue tu padre o tu madre? Entiendo que no quieres hablar. No insistiré más… Al inicio pensaba que eras actriz… Pero cuando te lo pregunté dijiste que no. Me decepcioné un poco pero igual seguías llamando mi atención…

Sírvete… Casi nada has tomado. ¿No te gusta el pisco? Si deseas vino, lo traigo en seguida… Salud, salud… Cuando hablo mucho se me seca la garganta… Beberé esta copa más; con tu permiso, querida…

Comprendo tu ira… No debía hablar de estas cosas… Pero tienes que admitir que fue el destino quien nos separó… Como comprenderás, no quería hacerte daño, por eso me marché en silencio. Entiendo tu dolor y tus ansias de venganza. Pero recuérdalo: siempre te he sido fiel mientras fui tu enamorado…

¿Qué vas a hacer, querida?, ¿por qué te levantas? Recuerda que te amaba mucho, aún te sigo amando… Yo no tengo la culpa; el destino fue quien nos separó… ¿Qué pretendes, Sibyl?, ¿por qué te enfureces como una asesina?, ¿qué llevas en la mano? Por favor, no apeles a la pistola… Estoy ebrio, no puedo defenderme. ¡Cuidado! Deja, por favor, el arma. No me mates… Te amo mucho, muchísimo… Cálmate, Sibyl, prometo volver contigo y ser el hombre más fiel del mundo… Me declaro tu esclavo… No presiones el gatillo… Por favor, Sibyl, por más que quieras, no me mates… No te conviene matarme… Si yo muero, tú también morirás…

Un momento, por favor… Beberé esta última copa antes de que me mates… A tu salud, querida… Ahora discúlpame: cerraré el libro para no morir con tus balas asesinas…